6 de octubre de 2014

Mi cama hecha en casa, parte 3 (final).

Bien, el clima me ha permitido, luego de un mes sin tregua, volver a la tarea de hacer mi cama. Además  tengo un segundo termo en casa y así, puedo trabajar afuera con mi equipo de mate completo. Con todo el equipamiento y dos días de trabajo acelerado pude terminarla ¡al fin!

En la última entrega había quedado con las patas teñidas y todas las tablas con el sellaporos aplicado, esperando el armado, barnizado y colocación.
El paso siguiente fue preparar los sujetadores para las tablas que oficiarán de soporte para la plancha de MDF (el somier). Para hacerlos compré dos metros de hierro en ángulo de 5 cm de ala y 18'' de espesor, que corté en trozos de casi 10 cm de alto, en realidad del alto de las tablas de pino para el soporte.
Cortados todos los sujetadores les apliqué esmalte con convertidor, que es fenómeno porque se aplica sobre el metal aunque éste tenga algo de óxido, no necesita lijado previo. Eso sí, hay que limpiar primero el metal con aguarrás mineral y dejar secar antes de aplicar el convertidor.
El siguiente paso fue perforar agujeros de 6 mm para los bulones que los sujetarán a las tablas. Yo ubiqué el centro de perforación a 3 cm desde el ángulo hacia el borde del hierro, porque me place. La altura es la mitad del alto total de la pieza, como se ve en la foto siguiente, donde ya estoy colocándolos en las tablas.


Teniendo colocados los dos sujetadores en una punta, ajusté los bulones con un destornillador con llave para bulones (el de cabo anaranjado en la foto), y medí con la escuadra de combinación el ángulo entre el borde de la tabla y los sujetadores, para que quedaran rectos.


En las dos fotos siguientes se ve el primer soporte con los cuatro sujetadores listo para colocar y ya colocado en la de abajo. En las caras de la madera que van contra la caja puse una capa delgada de pegamento, cuya marca no nombraré porque no me pagan, pero puede verse el frasco en algunas fotos.



Los soportes de piecera y cabecera los ubiqué a 20 cm de la caja, medidos de cara a cara (sin el ancho de la tabla soporte). Los dos soportes de 5 cm los ubiqué de modo que las 3 secciones de espacio que forman quedaran con el mismo ancho: 46 cm aprox.
Como se ve, la caja y patas tenían ya aplicada la primera mano de barniz. Y el soporte está a nivel con el toco que dejamos para apoyar la esquina del somier, como debe ser, así que ya lo fijé sin ajustar del todo los tornillos, para tener algo de juego y poder colocar los otros tres soportes.

Los ángulos de hierro los fijé a la caja de cedriño con dos tornillos para madera de 2,5 cm de longitud y 5 mm. Para colocarlos hice agujeros con mecha de 3 mm y profundidad 2,5 cm, así el tornillo puede pasar sin rajar la madera y queda bien firme. Los tornillos están a 2 cm y 6 cm del borde superior del hierro respectivamente, y a 2,5 cm del encuentro del ángulo.


Como se ve en la foto de arriba (y en la de abajo también), el espacio que tenía para poder mover las manos al atornillar era poco, ahí me vino como anillo al dedo el acccesorio flexible de mi otro destornillador con puntas intercambiables. Les recomiendo conseguir uno porque son necesarios.


A continuación, dos vistas de la cama armada.


Y con la segunda mano de barniz aplicada. Para las 3 manos que van sobre el sellaporos el barniz se diluye hasta 10%, sólo para que no queden surcos del pincel o brocha. Yo usé un pincel de 7,5 cm de ancho con mezcla de cerdas naturales y sintéticas, y funcionó muy bien.


Al otro día, pasadas doce horas (más en realidad, pero doce es el mínimo que indica el fabricante del barniz) de la segunda mano de barniz, lijé con papel de grano 220 y la lijadora con poca presión, para alisar y preparar la aplicación de la tercera y última mano de proteccción.




En la foto siguiente se ve el resultado de un experimento. Como me había quedado algo despareja la cara superior de las patas, la rellené con masilla para madera, que es una crema que se usa para eso, rellenar y disimular defectos. El experimento fue tomar un poco de masilla y aplicarle una cucharadita de té de nogalina en polvo para ver si tomaba el color del pino teñido, o algo muy parecido. ¡Y funcionó! Después de mucho mezclar, revolver y tres pruebas en la parte de abajo de una pata, cuando me satisfizo el color la apliqué de relleno en las caras superiores. El resultado final es mejor del que se ve, por el barniz que empareja el tono.


Por último, acá está instalada en mi dormitorio con el somier colocado y el colchón a los pies.


Y la prueba de fuego: el nivel, que muestra que el somier está prácticamente horizontal en sentido transversal y en longitudinal. En este momento sentí que mi trabajo, a pesar de los errores que sé que cometí y los otros que ignoro, había sido bueno y dado frutos.



Y eso ha sido todo en este proyecto de cama hecha en casa. Espero hayan disfrutado tanto leyéndolo como yo haciéndolo.

Hasta una próxima entrega.

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